La frase de la semana:
Despierto para cumplir una tarea propia de hombre.
A muchos nos cuesta levantarnos temprano para ir a cumplir nuestras labores. pero esta reflexión, hecha hace ¡mil ochocientos años! por Marco Aurelio, me ha hecho pensar diferente.
Ante la necedad de intentar mejorar lo que ya es perfecto, sobran comentarios a este magnífico texto; simplemente diré que ahora me avergüenza no levantarme de inmediato a mi hora indicada. Así que... ¡fuera modorra!
Despierto para cumplir una tarea propia de hombre.
Marco Aurelio
A muchos nos cuesta levantarnos temprano para ir a cumplir nuestras labores. pero esta reflexión, hecha hace ¡mil ochocientos años! por Marco Aurelio, me ha hecho pensar diferente.
Al amanecer, cuando de mala gana y perezosamente despiertes, acuda puntual a ti este pensamiento:
"Despierto para cumplir una tarea propia de hombre."¿Voy, pues, a seguir disgustado, si me encamino a hacer aquella tarea que justifica mi existencia y para la cual he sido traído al mundo? ¿O es que he sido formado para calentarme, reclinado entre pequeños cobertores?
"Pero eso es más agradable."¿Has nacido, pues, para deleitarte? Y, en suma, ¿has nacido para la pasividad o para la actividad? ¿No ves que los arbustos, los pajarillos, las hormigas, las arañas, las abejas, cumplen su función propia, contribuyendo por su cuenta al orden del mundo? Y tú entonces, ¿rehúsas hacer lo que es propio del hombre? ¿No persigues con ahínco lo que está de acuerdo con tu naturaleza?
"Mas es necesario también reposar."Lo es; también yo lo mantengo. Pero también la naturaleza ha marcado límites al reposo, como también ha fijado límites en la comida y en la bebida, y a pesar de eso, ¿no superas la medida, excediéndote más de lo que es suficiente? Y en tus acciones no sólo no cumples lo suficiente, sino que te quedas por debajo de tus posibilidades. Por consiguiente, no te amas a ti mismo, porque ciertamente en aquel caso amarías tu naturaleza y su propósito. Otros, que aman su profesión, se consumen en el ejercicio del trabajo idóneo, sin lavarse y sin comer. Pero tú estimas menos tu propia naturaleza que el cincelador su cincel, el danzarín su danza, el avaro su dinero, el presuntuoso su vanagloria. Estos, sin embargo, cuando sienten pasión por algo, ni comer ni dormir quieren antes de haber contribuido al progreso de aquellos objetivos a los que se entregan. Y a ti, ¿te parecen tus actividades desprovistas de valor y merecedoras de menor atención?
La anterior reflexión corresponde al V capítulo del libro Meditaciones de Marco Aurelio, que pueden encontrar aquí.
Ante la necedad de intentar mejorar lo que ya es perfecto, sobran comentarios a este magnífico texto; simplemente diré que ahora me avergüenza no levantarme de inmediato a mi hora indicada. Así que... ¡fuera modorra!