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Casandra, el Don maldito

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¿No te ha pasado en ocasiones que prevees el desastre que se avecina, y nadie te cree?
Y cuando el desastre efectivamente se cumple, ninguno se acuerda que tú lo preveniste.
Claro, esto sucede porque en ocasiones tus pronósticos fallan, y en otras ocasiones aciertas.
Pero ¿Te imaginas que siempre acertaras con tus pronósticos, y aún así nunca te creyeran?
En ese caso, lo que es un don, puede convertirse en una maldición.



Esto le sucedió a mujer griega de la antiguedad, Casandra.
Casandra era hija de los reyes de Troya, por lo que siempre fue tratada conrespeto y reverencia. Desde niña destacó por su hermosura, siendo pretendida por príncipes y monarcas. La fama de su belleza -y su belleza misma- crecieron con los años, al grado de que llegó a encender la pasión del mismísimo sol, el dios Apolo.

Casandra

Como sabemos, los dioses griegos tenían las mismas pasiones que los hombres... y las mismas mañas. Así que, poderosos como eran, los dioses acostumbraban simplemente tomar por la fuerza a las mujeres mortales que les atraían.
Pero Apolo no usó ese método; primero, por que era un romántico, pero más importante, porque Casandra era una sacerdotisa consagrada a... Apolo; y las leyes del Olimpo le prohibían a los dioses deshonrar a una sacerdotisa, especialmente de su propio culto. Apolo pues, necesitaba la aprobación de Casandra. 

El dios Apolo

Se presentó de manera cortés y amable ante la hermosa joven, y le anunció su interés en ella. Casandra, siempre de la realeza, siempre de la belleza, estaba más bien acostumbrada a los requiebros masculinos, por lo que no se mostró muy sorprendida o especialmente halagada al ser pretendida por un dios. Así que se limitó a permitir que Apolo conversara con ella y la cortejase.
Sin embargo, Apolo quería más que la conversación de Casandra; a decir verdad, ardía en deseos por ella. De modo que le ofreció a la veleidosa sacerdotisa un intercambio: él le concedería un don divino, y a cambio ella se le entregaría.


Casandra aceptó. Eligió su don: la adivinación. Apolo, cumpliendo su parte, entonces le enseñó los secretos de conocer el porvenir, y le insufló el divino don de la profecía.
Ahora Casandra preveía el porvenir sin fallar; y era su turno de cumplir el trato; debía compartir el lecho con Apolo. Pero entonces, la caprichosa joven quiso engañar al dios, y renegó del trato, negándose a tener intimidad, alegando que nada debía.


Apolo, traicionado, furioso, aún entonces no intentó forzar a Casandra. Hizo algo probablemente peor: la maldijo, escupiéndole en la boca, y quitándole toda capacidad de persuasión. 


En ese momento, parecía que la chica había salido ganadora de su intercambio con el dios; después de todo,  otros dioses enojados habían convertido en animales o mandado a tormento eterno a los mortales que osaban enfurecerlos. Ella, en cambio, simplemente había sido escupida en la boca, y sin embargo, conservaba el don de la adivinación, el más codiciado y admirado de la antiguedad y de todos los tiempos.
Pero pronto descubriría que aún el don más preciado puede convertirse en una maldición.
Casandra continuó su vida en Troya. Un día, llegó un desconocido a la ciudad, un pastor llamado Paris. Ella profetizó entonces que Paris traería la desgracia a Troya. Nadie la escuchó. Sus vaticinios siempre eran exactos, pero jamás le creerían.

Casandra

Al mejor estilo de las telenovelas, resultó que Paris era un hermano perdido de Casandra. Se le acogió en la corte.
Después Paris hace un viaje, y al regresar, trae consigo un tesoro espectacular: nada menos que a la mujer más hermosa del planeta, Helena.  Casandra, de nuevo, profetiza que Helena traerá la ruina a Troya y debe ser devuelta a su esposo. Y de nuevo, su augurio cae en oídos sordos; incluso se burlaron de ella. ¿Cómo una mujer tan bella puede traer ningún mal? 

Rapto de Helena

Bueno, es que había un detalle: Helena era casada; además con un rey, que furioso, armó una una alianza con otros reyes griegos para viajar hasta Troya e iniciar la famosa guerra para recuperar a Helena. Los vaticinios parecían cumplirse.
Luego de diez años de sitio, los griegos le regalan el archicélebre caballo a los troyanos. Otra vez, Casandra hace un presagio: Troya no debe recibir el regalo de los griegos. Claro está, no es escuchada, y el caballo ingresa las murallas troyanas. Como es sabido, el caballo contenía soldados griegos, que en la noche salieron y abrieron las puertas, permitiendo finalmente la caída de Troya.

El célebre caballo de Troya

En la confusión del posterior saqueo a la ciudad, Casandra se refugió en un templo. Buscó refugio aferrándose a los pies de una estatua sagrada, pero fue inútil: el guerrero Áyax la violó ahí mismo, y la tomó como botín.
Áyax y Casandra

Luego fue entregada como concubina al rey Agamenón, uno de los que invadieron Troya.
Cuando Agamenón regresó a su patria, fue recibido por su esposa, que le homenajeó con una alfombra morada, el color que se reservaba a los dioses. La esposa invitó al retornado rey a caminar por la alfombra.
Casandra hizo un augurio más: Agamenón no debía caminar por la alfombra ni confiar en su esposa. Fue desoída otra vez; por última vez.

Casandra

Es que la esposa, en los diez años de ausencia, había iniciado romance con un cortesano, Y todo era una trampa. Cuando el confiado Agamenón caminó por la alfombra morada, cometió sacrilegio, así que  inmediatamente fue asesinado por su esposa y su amante con tal pretexto. Igual destino tuvieron la infeliz Casandra y hasta los hijos que tuvo con Agamenón.

Clitmenestra (la esposa de Agamenón) matando a Casandra.

Moraleja Uno:
Cuando tus advertencias sean desoídas, no te lamentes; ya ves que hay profetas a los que les va verdaderamente mal.

Moraleja Dos:
Y cuando hagas un trato, mejor cúmplelo. No sabes si la maldición resultante ocasionará que arda Troya. 




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